La fijación del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta los 15.250 euros anuales consolida una senda de crecimiento sin precedente en España. Entre el año 2017 y la actualidad sube un 52%. Esto ha conllevado que ese salario determinado por la ley tras una negociación saldada con sucesivos acuerdos con los sindicatos afecte cada vez a más personas. Históricamente el SMI solo lo hacía sobre unos pocos cientos de miles. En la actualidad afectará directamente a un número que no será inferior a los dos millones y medio de trabajadoras y trabajadores a lo largo de todo 2023.
Por tanto, una gran noticia como la citada tiene una parte que conviene analizar. Porque la pretensión de CCOO es que el Salario Mínimo que se pague en nuestro país sea al menos el 60% de la media salarial -como recomienda la Carta Social Europea-. Pero nuestra verdadera pretensión es que nadie o casi nadie cobre el SMI por estar protegida la clase trabajadora por la acción de los convenios colectivos.
Las últimas crisis económicas, hasta la pandemia, se enfrentaron desde una intensa apuesta por la devaluación de los salarios. Las mejoras en la productividad de la economía se la han apropiado en buena parte los excedentes y beneficios empresariales. Esto ha provocado una caída del poder de compra de los salarios reales, sobre todo en aquellos puestos de trabajo peor retribuidos. Es decir, se han ensanchado las desigualdades salariales.
Según el IPT (Índice de Precios del Trabajo que elabora el INE comparando una "cesta" similar de puestos de trabajo), los salarios por realizar los mismos trabajos han disminuido un 12% desde 2008.
La invasión de Ucrania y la consecuente alza de precios internacionales como los energéticos, de materias primas o de alimentos, conllevó un disparatado incremento de la inflación. Llegó a superar el 10% en el verano y terminó el año 2022 con una subida media del 8,4%, aunque si contamos de diciembre a diciembre se moderó hasta bajar del 6%.
Sin embargo hay que analizar lo sucedido. El incremento de costes externos se imputó a precios al consumo. Cuando estos costes externos se moderaron, los precios al consumo no flexionaron de la misma manera. Tenemos una inflación subyacente por encima del 7%. La razón es que las empresas han imputado de forma bastante generalizada (sobre todo las que están en una posición de dominio de mercado para hacerlo) el incremento de costes a los precios al consumo, para salvaguardar sus márgenes y excedentes empresariales. Y a la vez las organizaciones empresariales han promovido una oposición a subir equilibradamente los sueldos.
La crisis de precios provocada por la guerra en Ucrania ha abierto una disputa entre precios, beneficios empresariales, salarios y recursos públicos. Y la disputa se está saldando en función de la correlación de fuerzas existente en nuestra sociedad.
Si atendemos a los datos que nos da la Agencia Tributaria y que le proporcionan más de un millón de empresas que representan el 94% de las cifras totales de ventas en España, podemos decir que en 2022 los beneficios empresariales superan en 21 mil millones de euros los que había en 2019. Los márgenes sobre ventas llegan al 10,4%, siendo los más altos desde 2014.
La conclusión es clara. Los márgenes suben porque las empresas están aumentando sus precios por encima del crecimiento de sus costes. "Muchas empresas han sido capaces hasta ahora de aumentar sus precios más allá del incremento de los salarios nominales y en muchos casos incluso más allá del crecimiento de los costes energéticos". No lo dice CCOO. Lo dice una miembro de la Comisión Ejecutiva del Banco Central Europeo, Isabel Schnabel.
En este contexto la evolución de los salarios ha sido irregular. En ausencia de un acuerdo general que orientase la negociación de los convenios, los sindicatos planteamos la estrategia Salario o Conflicto. El resultado es que la media de subida salarial pactada para 2022 está en el 3% (muchos convenios vienen ya firmados de años anteriores con inflaciones muy inferiores, y por tanto tiran "a la baja" de la media). De los convenios suscritos en 2022 la subida llega al 3,24%. Un 26% de las personas afectadas por esos convenios tienen una media de subida salarial superior al 5%. La mitad de las personas cuyo convenio se renovó este año anterior tienen algún tipo de cláusula de revisión futura de sus salarios. Donde hay organización se consiguen subidas importantes. Donde no la hay, no se consiguen.
Quiero concluir este artículo con una reflexión general. Los impactos de las crisis golpean en función del nivel de poder que tiene cada grupo social. El poder de las personas trabajadoras se tiene si se está organizado sindicalmente. El poder de la ciudadanía en su categoría de consumidora viene determinado (nos dicen) por su capacidad de elegir lo que compra y lo que no. Yo enmiendo eso. También depende de si tiene conciencia de consumidor con derechos, que los ejerce de forma organizada. Dentro del propio mundo empresarial, la crisis de precios no afecta igual a quien tiene una posición de preeminencia en el mercado y por tanto puede imputar costes a precios que tienen que asumir los consumidores, u otras empresas que no tienen ese poder.
Las salidas a las crisis y las políticas económicas no responden solo ni principalmente a cuestiones técnicas. Responden a intereses y a correlaciones de fuerzas. Nos habían dicho que para enfrentar las crisis globales, un país como el nuestro tenía que reducir salarios (sobre todo los menos cualificados), flexibilizar la contratación (léase precarizarla), y dejar ajustarse al mercado (facilitar y abaratar los despidos).
En la pandemia hicimos lo contrario mediante acuerdos sociales entre sindicatos, Gobierno y, en algunos casos, patronales. Subimos el SMI más de un 40%; redujimos la temporalidad ocho puntos multiplicando por cinco el porcentaje de contratos indefinidos que se firman cada mes; se socializaron temporalmente los salarios mediante los ERTE, en lugar de facilitar los despidos. El resultado fue que recuperamos el empleo con mayor rapidez que en otras crisis, hasta el punto que hemos alcanzado el récord histórico de personas cotizando a la Seguridad Social en nuestra historia.
La llegada de la crisis de precios vuelve a situarnos en el dilema sobre cómo afrontar sus consecuencias. Subir salarios, contener precios, distribuir márgenes empresariales, proteger vulnerables. Esa debe ser la apuesta.
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Unai Sordo es secretario general de Comisiones Obreras.