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FACUA.org - Internacional - 30 de octubre de 2020

Reflexiones sobre la situación y las funciones del movimiento de consumidores en el mundo

El movimiento global de consumidores está representado por la organización Consumers International con sede en Londres e integrada por más de 200 miembros en algo más de 100 países.

El movimiento global de consumidores está representado por la organización Consumers International con sede en Londres e integrada por más de 200 miembros en algo más de 100 países.

ConsumersInternational tiene 60 años de historia en la defensa de los derechos de los consumidores y usuarios y a ella pertenece FACUA-Consumidores en Acción. Lo hace de manera comprometida, para ayudar a la unidad y fortalecimiento del movimiento consumerista.

Lamentablemente, por problemas de financiación -y posiblemente también por una tendencia a fomentar un funcionamiento más centralista-, Consumers International ha disuelto en los últimos años las oficinas que venían funcionando en todos los continentes, excepto la de Europa, y que en cierta manera fomentaban la coordinación y la actuación unitaria de las organizaciones de consumidores de dichos continentes.

Complementando a esta organización, existen otras cientos de asociaciones de consumidores en los distintos países del mundo que no están integradas en dicha internacional y que contribuyen en la medida de sus posibilidades en esta lucha diaria en defensa de los derechos e intereses de los ciudadanos en su calidad de consumidores y usuarios de bienes y servicios. Lo hacen con situaciones asimétricas y diferentes modelos organizativos en función de las situaciones políticas, sociales y económicas de cada uno de los países del mundo, y con muy poca coordinación entre ellas.

Reflexionando de manera crítica sobre la situación global de este movimiento de los consumidores, se debe asumir primero que es necesario superar el alto nivel de autocomplacencia sobre lo bien que lo hace cada organización y aceptar que tenemos grandes debilidades y deficiencias. Una de las principales, salvo excepciones de una parte de ellas, es el escaso número de ciudadanos que están asociados y hacen aportaciones económicas a dichas organizaciones. Esto provoca una dificultad en el sostenimiento de sus gastos de funcionamiento, que las llevan a depender casi exclusivamente de ayudas a la cooperación internacional o de subvenciones económicas de los gobiernos de sus respectivos países.

Otro aspecto importante de la debilidad del movimiento de consumidores en el mundo es la gran atomización existente en cada uno de los países y continentes. Es decir, hay muchas organizaciones, pero mayoritariamente actúan aisladamente y sin coordinación verdadera con las demás, lo que contribuye a su debilidad al no actuar en coordinadoras, federaciones o confederaciones en sus respectivos países y continentes. Así lograrían ser más fuertes y enfrentarse mejor y con más eficacia a los problemas que sufren los consumidores, provocados como consecuencia de los abusos por parte de los productores y distribuidores de bienes y servicios y por la desidia y falta de interés y compromiso de la mayoría de los Gobiernos.

Algunas experiencias de coordinadoras o federaciones continentales

Sin desmentir esta atomización y falta de coordinación existente por países o continentes, es necesario señalar que en Europa y América Latina existen coordinadoras o federaciones que aglutinan a decenas de organizaciones de diferentes países de dichos continentes. Sin embargo, su eficacia y capacidad organizativas y de acción reivindicativa no alcanzan los niveles suficientes para ser verdaderamente instituciones que influyan de verdad en las mejoras de las condiciones de vida y en los derechos de los consumidores y usuarios.

En el caso de Europa existe el Bureau Européen des Unions de Consommateurs (BEUC), que según dice literalmente en su web “es el grupo paraguas de 44 organizaciones independientes de consumidores de 32 países”, su “papel principal es representarlos ante las instituciones de la UE y defender los intereses de los consumidores europeos” y su “trabajo diario implica asegurarnos de que la UE tome decisiones políticas que mejoren la vida de los consumidores. Esto cubre una variedad de temas que incluyen competencia, derechos del consumidor, derechos digitales, energía, reparación y aplicación, servicios financieros, alimentos, salud, seguridad, sostenibilidad y política comercial”. Esta organización en la práctica es reconocida como la entidad representativa de Consumers International en Europa y cuenta con el reconocimiento y apoyo económico de la Unión Europea.

La secretaría de la BEUC está en Bruselas y se fundó en 1962. En la actualidad, informan de que sus miembros pertenecen a 27 países de la Unión Europa, así como a Islandia, Macedonia del Norte, Noruega, Suiza y el Reino Unido. Mantienen una política de afiliación cerrada a la integración de nuevas organizaciones de los distintos países de Europa, pues las organizaciones miembros tienen en la práctica -aunque no estatutariamente- derecho de veto a la integración de nuevas entidades. Así ha ocurrido en el caso de FACUA, que ha recibido el veto de OCU y CECU, dos organizaciones españolas, y por ello el BEUC nos ha negado en dos ocasiones nuestra solicitud de integración con argumentos totalmente faltos de rigor o falsos, a pesar de que FACUA es miembro pleno de Consumers International.

También en Europa se constituyó en 2009 una coordinadora de organizaciones de consumidores bajo la denominación de “Unión de Consumidores Europeos” (ECU), que declara tener a más de catorce organizaciones integradas de diferentes países de Europa y tiene su sede en Italia, ubicada en una de dichas organizaciones. Su actividad fue relanzada a partir de 2018, pretendiendo su reconocimiento por la Unión Europea y buscando ser una alternativa al BEUC.

En el caso de América Latina y el Caribe, se constituyó en la ciudad de Lima en 2007 el Consejo Latinoamericano y del Caribe de Organizaciones de Consumidores (OCLAC), integrado en la actualidad por más de veinte asociaciones de la mayor parte de países del continente y del que FACUA es miembro asociado. En la actualidad se encuentra en fase de fortalecimiento en su acción y actividad. Dicho Consejo está coordinado desde Perú, donde tiene su sede el OCLAC en una de sus organizaciones miembros, por un coordinador que tiene carácter rotatorio y que fue elegido en 2019.

Según los datos de los que disponemos de otros continentes, en Asia funciona una red de consumidores denominada Ascon, que agrupa a entidades de varios países. En el caso de África está funcionando la Organización Internacional de Asociaciones de Lengua Portuguesa, que integra a entidades no sólo de dicho continente, sino también de otros países, promocionadas por Proteste, de Brasil, y Deco Proteste, de Portugal, así como organizaciones de Angola, Cabo Verde, Guiné-Bissau, Moçambique, São Tomé e Príncipe y Macau.

De Oceanía no disponemos de información acerca de la existencia de alguna red o coordinadora de organizaciones de consumidores, aunque tras la desaparición de las oficinas regionales de Consumers International con total seguridad habrá organizaciones que estarán coordinando sus actividades en defensa de los consumidores de dicho continente.

Las organizaciones tienen que optar por modelos sostenibles

Asumiendo con respeto y también con criterio autocritico que la mayoría del movimiento de consumidores en el mundo presenta una gran variedad de formas organizativas -entre las que se encuentran tipologías como comités, foros, fundaciones, asociaciones, organizaciones, etc.-, que representan en el fondo y no solo en la forma modelos distintos de organización de defensa de los consumidores tanto en su forma organizativa como en sus fines y actividades, consideramos que el propio movimiento consumerista tiene la responsabilidad de encontrar los mecanismos que le permitan fomentar organizaciones sostenibles social y económicamente.

Habrá organizaciones que sigan optando y defendiendo modelos organizativos que funcionen en base a un grupo de dirigentes de activistas, poco profesionalizados. Este funcionamiento representa modelos elitistas que no tienen casi asociados que aporten una cuota periódica para el sostenimiento económico de la organización. De esta forma, la mayoría de ellas funcionan con ayudas provenientes de la cooperación internacional o de sus respectivos gobiernos. Sabemos que son pocos los gobiernos que aportan dichas ayudas, por lo que estas organizaciones son poco sostenibles social y financieramente.

Otras organizaciones podemos optar y defender modelos que aspiren a ser auténticos movimientos organizados que cuenten con cientos o miles de consumidores que, con aportaciones económicas o apoyando a la organización como simpatizantes o adheridos, alcancen verdaderos niveles de sostenibilidad social y económica y logrando así una mayor influencia social y mediática y un mayor reconocimiento por parte de sus respectivos gobiernos, además de intervenir con más eficacia contra los abusos del mercado.

Al margen del modelo por el que se opte, es necesario que cada vez más organizaciones denuncien, a través de los medios de comunicación, de las redes sociales o presentando denuncias y reclamaciones -por vía administrativa o judicial-, los abusos individuales o colectivos que sufren los consumidores en cada uno de los países. Pero es igualmente necesario fomentar la intervención de estos en su propia defensa, para lograr mayores niveles de autofinanción, conseguir una mayor influencia social y mediática y un mayor reconocimiento de sus respectivos gobiernos. Así, podrán intervenir con más eficacia contra los abusos del mercado, además de fomentar fórmulas de coordinación entre las mismas en los propios países y sus continentes.

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Paco Sánchez Legrán es presidente de la Fundación FACUA.