
España-29/11/2019
Desde sus orígenes, la publicidad ha tenido a las mujeres como objeto y destino de sus propósitos comerciales, utilizando y reforzando roles tradicionales de género: madre entregada que sirve a todos, objeto sexual, limpiadora, cocinera, sufridora silenciosa, compañera perfecta, etc. Por esta vía y a través de la imagen femenina, el capitalismo y sus herramientas de marketing no solo incitan y promueven el consumo de productos y servicios, sino también contribuyen a que perviva la desigualdad de género mediante la construcción y el apuntalamiento de identidades de género diferenciadas, con atributos propios vinculados a estrategias de venta que pretenden dar respuesta a esas identidades artificiosas.
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